domingo, 11 de mayo de 2008

El Presidente perdido

El presidente perdido

Por: Reporte Índigo
En su nuevo libro, Carlos Salinas de Gortari se descubre en un laberinto literario, luchando contra los duendes neoliberales y los dragones monopólicos que su régimen concibió y alimentó. ¿Cuál es el juego? ¿Por qué en este momento?
Sólo bajo esa lógica puede entenderse la serie de aberraciones que el más villanizado personaje político del inestable México moderno pretende vendernos en su libro más reciente, “La Década Perdida”.
El ex presidente es un hombre inteligente, astuto. Un estratega de la política que mide cada movimiento, cada verbo que articula pero, sobre todo, cada palabra que escribe.
Por lo mismo, es absurdo que piense que vamos a comprarle su acto literario de arrepentimiento. Su reconversión a las raíces populares de sus juveniles días en el ejido de Batopilas y su afán por volverse un converso social, un neorrevolucionario con jet privado a la puerta.
No es creíble que él crea que los mexicanos le vamos a creer sus ataques al neoliberalismo del que él mismo fue abanderado en la década de los 90. Seríamos estúpidos.
Tampoco es creíble que él crea que vamos a aplaudirle cuando hoy condena los monopolios que nos saquean. Los mismos que él concibió durante su sexenio de malogradas privatizaciones. Y para muestra ahí está el Telmex de su amigo Carlos Slim. Seríamos ingenuos.
No vamos a comprar las críticas contra un Ernesto Zedillo que, habiendo heredado una papa caliente política y económica —y a pesar de todos sus errores, no sólo el de diciembre—, fue capaz de estabilizar a México en su peor crisis. Al final, nadando a contracorriente, entregó un país estable. Seríamos injustos.
Tampoco son creíbles los ataques salinistas contra Vicente Fox, cuando fue el mismo Carlos Salinas quien, usando el poderoso brazo sindical de la maestra Elba Esther Gordillo, se metió de lleno a gobernar a la Cabaña Presidencial, de la mano de las ambiciones de Marta Sahagún. Seríamos ciegos.
Para leer a Carlos Salinas, no hay que seguir su script literario magistralmente articulado, con abundantes y contundentes cifras, en “La Década Perdida”.
Después de todo, el libro se finca en una falacia. Que el México que conocemos comenzó el 1 de diciembre de 1994, cuando Ernesto Zedillo tomó posesión. Y eso desacredita cualquier docto argumento.
Para entender a Carlos Salinas, hay que buscar las razones reales que lo llevan a salir de nuevo a expiar y repartir culpas en estos momentos. Con esa contundencia y con esos argumentos que él bien sabe, porque no es tonto, no se los vamos a comprar.
Lo que Carlos Salinas de Gortari está haciendo con su década perdida es romper otro oligopolio.
El del acaparamiento que el PRD y la reforma energética han hecho de los medios de comunicación. Por eso, ante un ex presidente perdido en el laberinto de su soledad, que le da ese poder que todavía detenta tras bambalinas, intentemos descifrar el código de sus razonamientos. Evaluemos.


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